Cuando recibimos la curación de Dios de una enfermedad que nos estaba agobiando, no es sólo para nuestro propio beneficio, sino también para el de los demás.
Vamos a orar por el bienestar de las familias pidiendo a Dios que las bendiga y traiga la paz que cada hogar necesita, que todos los miembros de la familia puedan estar unidos y dispuestos a compartir el amor entre unos y otros.